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viernes, 20 de noviembre de 2015

Celebramos el día de Santa Cecilia


A finales del siglo XVI se declaró solemnemente la santidad de Cecilia de Roma. En realidad, no se sabía mucho de ella. Había sido enterrada, entre finales del siglo II y mediados del siglo IV, en la catacumba de Calixto; habla de ella un romance pío del siglo V, Las Actas de Santa Cecilia, que son un relato que no pretende hacer historia. En el mismo siglo V se erige en Roma la basílica de Santa Cecilia in Trastévere, cerca del templo a  Bona Dea Restituta, diosa pagana que restituía la salud y curaba la ceguera (cécitas, en latín; cecilia, en realidad, puede ser un diminutivo de ciega).
Sólo en el siglo XV se empezó a pintar a la santa con un órgano portátil u otro instrumento musical; y a finales del XVI, fue canonizada
  ...por haber demostrado una atracción irresistible hacia los acordes melodiosos de los instrumentos. Su espíritu sensible y apasionado por este arte convirtió así su nombre en símbolo de la música.



Este símbolo de la música, tan ligado a la virtus (la virtud, pero también el ánimo, la capacidad, el mérito) ha permanecido hasta finales del siglo XIX, y tal vez más acá. La música debía acompañar a la bienaventuranza, y los cielos debían estar llenos de música.
Pero el concepto de música celestial es mucho más antiguo. Hará unos dos mil quinientos años, Pitágoras y sus discípulos hallaron que los sonidos armónicos de una cuerda pulsada se corresponden con unas relaciones numéricas sencillas; y lo mismo sucede con el movimiento de los cuerpos celestes. Así, podría imaginarse que la Luna y los planetas, cada uno en su esfera de influencia, emite una música; y el conjunto crearía la música de las esferas, la armonía de los mundos. Aunque los humanos no podamos percibirla, el cielo debía estar lleno de música.

Con diversas variantes, el concepto de música celestial permaneció en la cultura europea. En la época de la canonización de Cecilia de Roma (finales del siglo XVI), el gran astrónomo Johannes Kepler insistía en el concepto; el sonido debía corresponderse con la velocidad de los cuerpos celestes. Como esta velocidad cambia a lo largo de la órbita, el sonido también sería cambiante; y el conjunto de los sonidos de los distintos astros daría lugar a diversas armonías.

"El conjunto de los planetas constituye un coro en que los bajos corresponden a Saturno y Júpiter, el tenor a Marte, el contralto a la Tierra y Venus, el soprano a Mercurio" (Mysterium cosmographicum, 1596).

Aunque ya no creemos en la materialidad de la música de las esferas, tal vez sí que reconocemos la relación, inconsciente al menos, de las armonías musicales con la armonía del mundo. Y puede que sea un buen motivo de celebración. Nosotros lo celebramos el domingo 22 de noviembre, festividad de Santa Cecilia, en la iglesia parroquial de Suances, a partir de las 12,30. Lo celebramos cantando, claro.

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